11 de octubre de 2007

Pirámides, mapas estelares y la Atlántida (2 de 3)

Esta es la segunda parte del interesante artículo del investigador chileno Jaime Manuschevich sobre las pirámides de Egipto, su relación con la constelación de Orión y la Atlántida.


Pero habían muchas más coincidencias

Más adelante, cuando se puso a investigar en profundidad el tema, Bauval adicionalmente se percató de que los hipotéticos canales de ventilación de las cámaras de la Gran Pirámide de Keops estaban orientados hacia algunas constelaciones específicas y entre ellas, al mismo sistema de Orión, fenómeno que ya había señalado el arquitecto y también egiptólogo A. Badawy durante los años 60. Apoyado en un potente programa computacional, Bauval pudo observar que en la supuesta época en la que se construyeron las pirámides (ca. 2500 a. de C.) existían una serie de vínculos astronómicos que, a ciencia cierta, nada tenían que ver con el azar.

El canal Norte de la llamada Cámara del Rey de la Gran Pirámide estuvo orientado en esta fecha hacia la estrella Alpha de la constelación del Dragón, también llamada Tuban, y que en la Antigüedad hacía las funciones de estrella polar para marcar el Norte. El canal Sur de esta misma Cámara del Rey, estuvo orientada hacia la estrella Zeta Orionis, es decir, aquella que se identificaba con la propia pirámide de Keops. Por su parte, el canal norte de la Cámara de la Reina, estuvo orientado en fecha hacia la Osa Menor y el Sur hacia la estrella Sirio, la más brillante de la constelación del Can Mayor, y una de las más importantes del panteón egipcio, ya que era identificada con la diosa Isis, esposa de Osiris.

En el colmo de la “coincidencia”, la teoría de Bauval terminó por confirmar la vieja sospecha que tenían ciertos egiptólogos desde hace tiempo, intuyendo que los antiguos egipcios identificaban la Vía Láctea con su río Nilo. Efectivamente, así es, y tal como ocurre en el cielo como en la Tierra, tanto Gizeh como Orión acaban teniendo la misma estructura.

Más allá del debate de pequeñeces o alineamiento específicos, ya no había duda que estas construcciones estaban relacionadas con el cielo.

Pero lo más extraordinario, es que si bien el programa informático decía que la fecha del 2475 a. de C. era excelente para identificar Gizeh con la constelación de Orión y la orientación de los supuestos canales de ventilación de las cámaras del Rey y de la Reina en la Gran Pirámide, el 10500 a. de C. era aún una fecha mucho mejor.

Los cambios en la investigación arqueológica

Con el tiempo, sus descubrimientos, no se quedaron en la meseta de Gizeh, sino que se expandieron a otras pirámides de Egipto, ya que existen otras construcciones de este tipo que se corresponden con diferentes estrellas de la misma constelación de Orión. En este sentido, la pirámide de Djedefre, ubicada en la cercana localidad de Abou Rowash, sería la estrella Saiph (Kappa Orionis), y la pirámide de Nebka, en Zauyet el Aryan, la estrella Bellatrix. Para poner un broche de oro a tan fascinante teoría Bauval extiende sus planteamientos a otros grupos monumentales fuera de la constelación de Orión. Así, la pirámide de Esnofru en Dashur estaría relacionada con las Híades, más en concreto con Aldebarán y 311 Tauri. También, esta teoría acaba por confirmar la vieja sospecha de los egiptólogos que creían que los egipcios identificaban la Vía Láctea con su río Nilo.

En definitiva a lo largo de los últimos 20 años, esta teoría ha revolucionado la egiptología y de hecho ha reforzado de manera muy importante una nueva ciencia emergente: la arqueoastronomía, que es el estudio de yacimientos arqueológicos relacionados con el estudio de la astronomía por culturas antiguas y el grado de conocimientos astronómicos poseído por los diferentes pueblos antiguos. Uno de los aspectos de esta disciplina es el estudio del registro histórico de conocimientos astronómicos anterior al desarrollo de la moderna astronomía.

Un ejemplo de este tipo de estudios se encuentran en el extenso registro producido por la antigua astronomía china en busca de “estrellas invitadas”, es decir objetos o estrellas observados por los antiguos astrónomos chinos y registrados como objetos pasajeros. Algunos de ellos eran cometas mientras que otros constituyen supernovas cercanas cuya aparición en tiempos históricos permite estudiar en detalle la evolución temporal de estos fenómenos.

Asimismo, por intermedio de la Arqueoastronomía se está empezando a comprender la función de los magníficos monumentos megalíticos (grandes piedras), que nos legaron.


(continuará)

2 comentarios:

  1. interesante datar a 10500 AC la construcción de las pirámides, o al menos datar el "momentum" que su orientación astronómica quería marcar. Considerando que cae alrededor de la fecha usual del hundimiento de la Atlántida, media era zodiacal hacia el pasado.

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  2. interesantísimo....

    para cuando la tercera parte señor!!

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